Defender la identidad

Para bien y para mal, la actividad del juego es una actividad estrictamente reglada por una serie de leyes y normas que establecen, con mucha claridad, las definiciones, características y condiciones de las distintas actividades que la componen.

Por tanto, las reglas son claras para todo el mundo, y a partir de aquí, son los empresarios quienes deciden, de manera absolutamente libre y con el  riesgo a equivocarse, en dónde invierten su dinero. Unos deciden abrir bingos, otros salones de juego, otros las dos cosas, otros apuestan por las máquinas en hostelería, etcétera, etcétera., pero todo dentro de la absoluta libertad que otorga un marco legal muy claro en sus definiciones y condiciones, lo  cual tendrá sus inconvenientes, pero también tiene la ventaja de conocer perfectamente y en todo momento  las  reglas del juego.

Por ello, es normal que a los socios de ANESAR les sorprenda oír, y así nos lo trasladan, que los bingos se  sientan discriminados y marginados porque no  puedan optar a todo tipo de oferta en cuestión de máquinas y otros juegos; son bingos y saben perfectamente cuáles son las  condiciones de  sus locales y lo sabían cuando invirtieron en ellos. O escuchar decir que no se está en contra de los salones pero sí se está en contra de que les pongan salones al lado y no tengan oferta para competir pues ello es quizá la prueba más  palpable de que –erróneamente- parecen haber interiorizado creer ser lo que no son y tener unos derechos que no encuentran cabida en el Derecho, con mayúsculas.

Hay muchas cosas que deberíamos defender en común, cada día más, y tendríamos que esforzarnos  más en este apartado, si bien es lícito y legítimo que cada  cual defienda también su identidad. La normativa no ha dejado muchos huecos libres y cuando intentamos ocupar un espacio en el que ya está alguien, es lógico que haya conflicto.

En ANESAR al igual que los demás subsectores, defendemos nuestra identidad, que son las máquinas de juego, y hay cuestiones esenciales que no podemos poner en riesgo. Como siempre hemos defendido y repetimos ahora, el resumen es sencillo: si queremos ser salones, obtenemos licencia de salón. Pero no pretendamos tener un salón con las ventajas de un bingo.